domingo, 13 de enero de 2019

El día que morí por segunda vez



           Soñé mi propia muerte, me desperté muy angustiado, casi que lloro cuando se lo conté a Hannah, por suerte no le conté mi intento de suicidio en la víspera de año nuevo. Quizás este sueño fue consecuencia de eso, la necesidad de terminar con esta angustia recurrente, que duele, me paraliza y no me deja ser quien era, no me deja relacionarme con nadie y me aleja de todo. Necesito ayuda y no sé como pedirla.
          Estoy muerto por dentro, siento que no me queda nada por compartir. Funciono de manera automática, me cansé de buscar alguien a quien querer y fracasar .
         El sueño en sí fue bastante placentero, sentí como calladamente abandonaba mi cuerpo sin dolor ni frío, con la sensación de haber hecho lo que pude. Se sintió tan real como la vez que me electrocuté y me vi fuera por lo que para mí fue suficiente tiempo para darme cuenta de la irrelevancia de mi existencia.

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